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Explorando el impacto potencial de la eficiencia autoritaria

El episodio más reciente del podcast Bankless analizó las posibles ventajas de los regímenes autoritarios en el siglo XXI. El argumento surge de la idea de que los gobiernos de China y Rusia asignan importantes recursos para promover sus narrativas, mientras que el gobierno de Estados Unidos adopta un enfoque más no intervencionista.

En el episodio, los presentadores Ryan Sean Adams y David Hoffman profundizan en si el autoritarismo podría superar a las democracias liberales, presentando ideas del economista Noah Smith y del cofundador de Ethereum, Vitalik Buterin.

La eficiencia de los regímenes autoritarios como amenaza al liberalismo

Smith sostiene que la democracia liberal fue aclamada como el modelo social óptimo a finales del siglo XX, personificada en la tesis de “El fin de la historia” de Francis Fukuyama. Sin embargo, los acontecimientos recientes han puesto en duda este triunfalismo. El ascenso de China, las debilidades percibidas en Estados Unidos y el impacto transformador de Internet son fundamentales para esta reevaluación.

El papel de Internet es fundamental. Smith postula que las democracias liberales históricamente se destacan en agregar información a través de los mercados, las elecciones y el discurso público. Sin embargo, la capacidad de Internet para centralizar grandes cantidades de datos reduce potencialmente esta ventaja. Los estados autoritarios ahora pueden aprovechar estos datos para medir el sentimiento público, asignar recursos de manera más eficiente y responder rápidamente a los disturbios, como lo demuestran los rápidos cambios de política de China después de las “protestas del Libro Blanco” de 2022.

Además, Internet fomenta la anarquía informativa, lo que facilita la proliferación de la desinformación. Este escenario complica la gobernanza en las democracias liberales, donde los políticos dedican mucho tiempo a contrarrestar narrativas falsas y a recaudar fondos, lo que resta valor a una gobernanza eficaz.

Buterin amplía esto, comparando el panorama de la información con el concepto de Thomas Hobbes de una “guerra de todos contra todos”, donde el control monopolístico sobre las narrativas podría emerger como el único equilibrio estable. Esta metáfora resalta el potencial de los regímenes autoritarios para explotar la capacidad de Internet para agregar datos, convirtiendo una herramienta diseñada para el empoderamiento liberal en una que fortalezca el control centralizado.

Contraargumentos a la eficiencia de los regímenes autoritarios

Smith y Buterin luego exploran contraargumentos. Smith establece un paralelo con la imprenta, que redujo los costos de la información y condujo a un mayor liberalismo y fragmentación social en lugar de un dominio autoritario. Se pregunta por qué Internet no seguiría una trayectoria similar.

Sin embargo, Smith explica que la situación actual implica no linealidades. Inicialmente, la reducción de los costos de la información a través de tecnologías como la imprenta y el telégrafo reforzó las democracias liberales al mejorar la agregación de información. A medida que estos costos se acercaron a cero, los beneficios se estabilizaron mientras que los costos de la desinformación y la guerra de información aumentaron exponencialmente.

Buterin añade que los sistemas centralizados a menudo sobresalen en la extracción más que en la producción, potencialmente superando a los sistemas más liberales en conflictos de suma cero. Enfatiza que definir el éxito únicamente por la producción económica podría pasar por alto impactos más amplios sobre el florecimiento humano.

Buterin luego considera las diferencias fundamentales entre el mundo digital y el físico, particularmente en términos de mecanismos de defensa. Las defensas digitales, como el cifrado y las plataformas descentralizadas, ofrecen protecciones sólidas sin análogos físicos, lo que sugiere una resistencia inherente al control totalizador en la esfera digital.

Además, Buterin señala que la fragmentación de Internet en comunidades más pequeñas y especializadas podría mitigar los impactos negativos de la guerra de información. Estos espacios fragmentados a menudo mantienen una mayor calidad del discurso en comparación con plataformas grandes y caóticas como Twitter.

Buterin declaró:

“Twitter es lo peor que ves, y es lo peor precisamente porque puedes verlo bien si piensas en chats grupales privados, por ejemplo.

Los chats grupales privados mantienen consistentemente niveles más altos de calidad y altos niveles de discurso productivo en plataformas de redes sociales más pequeñas, ya sea Farcaster o cualquier otra cosa, mantienen niveles más altos de discurso”.

Luego señaló un artículo de 2022 de Smith que analiza cómo Internet quiere fragmentarse.

Smith reconoce este punto y está de acuerdo en que reducir la dependencia de plataformas amplias y polémicas podría disminuir los costos sociales asociados con los torneos de información, permitiendo discusiones más constructivas y enfocadas dentro de grupos más pequeños y más coherentes.

A pesar de estas garantías, Smith plantea preocupaciones sobre el alcance global de la influencia autoritaria, particularmente a través de tácticas de poder agudas. Destaca cómo China utiliza su influencia económica para influir en empresas y gobiernos extranjeros, desdibujando las fronteras nacionales en el espacio digital. Esta guerra de información transfronteriza en curso presenta un desafío único, distinto de los conflictos físicos tradicionales.

Cómo blockchain podría salvar la democracia

Durante la discusión, Noah Smith planteó la cuestión de si la tecnología blockchain podría permitir una comunicación segura entre ciudadanos en estados autoritarios como China y Rusia. Se pregunta si hay formas de que la gente hable libre y anónimamente sobre cuestiones políticas, evitando la vigilancia y la censura gubernamentales.

Vitalik Buterin responde destacando el trabajo de una empresa llamada Rarimo, con sede en Kiev. Desarrolló una herramienta llamada “Freedom Tool”, que utiliza tecnología de prueba de conocimiento cero para permitir a los ciudadanos rusos demostrar su ciudadanía y participar en la votación en línea sin revelar sus identidades.

Este sistema garantiza que los resultados sean visibles y a prueba de manipulaciones, creando una forma de votación anónima y resistente a la censura. Buterin ve esto como un ejemplo de cómo blockchain y las pruebas de conocimiento cero pueden proporcionar privacidad y confiabilidad, creando potencialmente una infosfera más segura y resistente contra ataques cibernéticos tanto centralizados como descentralizados.

Buterin reconoce que, si bien la tecnología blockchain podría no ser necesaria para que los estadounidenses se comuniquen, podría ser crucial para las personas en estados autoritarios tener conversaciones seguras y privadas sobre su situación política. Esta capacidad tecnológica podría ayudar a fomentar la disidencia interna y los esfuerzos de democratización dentro de estos regímenes al proporcionar un espacio seguro para el diálogo y la organización.

Smith aprecia esta perspectiva y ve potencial en el desarrollo de herramientas que hagan que el panorama de Internet sea más propicio para el pluralismo, donde múltiples grupos puedan interactuar de manera productiva. La idea no es jugar al gato y el ratón con regímenes opresivos, sino crear sistemas sólidos que apoyen ecosistemas de información saludables, permitiendo que se escuchen diversas voces sin temor a represalias.

En conclusión, la tecnología blockchain, con su capacidad para proporcionar comunicación segura y anónima y mecanismos de votación verificables, ofrece vías prometedoras para apoyar los movimientos democráticos y salvaguardar las libertades en contextos autoritarios.

Aprovechando estas tecnologías, tal vez sea posible contrarrestar algunas de las desventajas que enfrentan las democracias liberales en la era digital, garantizando que la democracia pueda seguir prosperando incluso en entornos desafiantes.

En última instancia, el debate enfatiza la complejidad de predecir resultados a largo plazo frente a los rápidos avances tecnológicos. Si bien el potencial de los regímenes autoritarios para explotar estas tecnologías es significativo, no se debe subestimar la adaptabilidad y resiliencia inherentes de las democracias liberales. El futuro sigue siendo incierto, determinado por la interacción entre capacidades tecnológicas, estructuras políticas y valores sociales.

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