
El presidente Donald Trump dijo a 60 Minutes el 2 de noviembre que China representa una amenaza competitiva en el ámbito de las criptomonedas, advirtiendo que “China se está metiendo muy grande en este momento”.
La afirmación plantea una paradoja. Beijing prohibió el comercio y la minería de criptomonedas en 2021, pero Trump considera al país como el principal rival de Estados Unidos en activos digitales.
Es probable que la desconexión no se deba a inteligencia secreta o a un cambio de política que pasó desapercibido, sino más bien a combinar el mercado autorizado de Hong Kong, las ambiciones de moneda digital del banco central de Beijing y los flujos de monedas estables del mercado gris en una sola narrativa de “China”.
El momento es importante porque la Comisión de Valores y Futuros de Hong Kong anunció, durante la Semana FinTech de Hong Kong, que relajará las reglas que permiten a las plataformas de activos virtuales con licencia acceder a carteras de pedidos y fondos de liquidez globales, un día después.
La medida profundiza la integración de Hong Kong con los mercados criptográficos internacionales, mientras que el continente mantiene su prohibición.
La declaración de Trump, ya sea intencional o no, captura una dinámica real: “China” opera en múltiples frentes criptográficos simultáneamente, pero no en los que la mayoría de la gente supone.
La prohibición en China continental sigue vigente
El Banco Popular de China declaró ilegales todas las transacciones de criptomonedas el 24 de septiembre de 2021, dirigidas tanto al comercio entre pares como a las operaciones mineras.
La prohibición prohíbe los intercambios nacionales, criminaliza los servicios de facilitación y bloquea las plataformas extranjeras para que no presten servicios a los usuarios en el continente. Ningún medio importante o rastreador legal informa de una reversión de ese marco al momento de esta publicación.
La prohibición logró sus objetivos inmediatos, que eran impulsar los intercambios en el extranjero, colapsar las operaciones mineras nacionales y restringir el acceso minorista a tokens especulativos.
Lo que no eliminó fueron las razones por las que la gente quería criptomonedas en primer lugar: la movilidad del capital, la velocidad de liquidación transfronteriza y la desconfianza hacia los intermediarios.
Esas fuerzas se trasladaron al régimen autorizado de Hong Kong, se trasladaron a canales de monedas estables de venta libre o encontraron expresión en el propio proyecto de moneda digital de Beijing.
Hong Kong como excepción permisiva
El enfoque regulatorio de Hong Kong va en la dirección opuesta. La SFC lanzó un marco de licencia para plataformas de comercio de activos virtuales en junio de 2023, otorgando acceso minorista a tokens aprobados en intercambios compatibles.
En abril de 2024, Hong Kong había aprobado ETF spot de Bitcoin y Ethereum, productos que antes no estaban disponibles en el continente, y que proporcionaban a los inversores institucionales una vía de acceso regulada.
El anuncio del 3 de noviembre amplía aún más esa postura permisiva. Las plataformas con licencia ahora pueden vincularse a fuentes de liquidez globales en lugar de operar carteras de pedidos aisladas únicamente en Hong Kong.
El cambio borra una desventaja estructural, a saber, que el mercado interno de Hong Kong por sí solo no puede generar la profundidad o los diferenciales competitivos con Binance o Coinbase.
La conexión a la liquidez internacional transforma las plataformas autorizadas de Hong Kong en alternativas viables para los operadores sofisticados que buscan cobertura regulatoria sin comprometer la calidad de la ejecución.
Este es el mecanismo que hace que el planteamiento de Trump sea coherente, aunque técnicamente impreciso. Cuando dice “China”, probablemente esté agrupando una Región Administrativa Especial con autonomía política de facto en la misma categoría mental que el continente.
Las medidas de Hong Kong, el acceso minorista, los ETF y ahora la liquidez global crean la apariencia de que “China” avanza en el ámbito de las criptomonedas, mientras que la prohibición comercial de Beijing sigue vigente.
La capa CBDC: dinero digital, no criptomonedas
El piloto e-CNY de Beijing representa el mayor despliegue de moneda digital de un banco central del mundo por volumen de transacciones.
Según los informes, las transacciones acumuladas superaron los 7 billones de yenes a mediados de 2024, abarcando pagos minoristas, desembolsos gubernamentales y acuerdos corporativos.
Hong Kong comenzó a aceptar e-CNY en los comerciantes locales en mayo de 2024, vinculando la infraestructura de moneda digital del continente con un centro financiero internacional.
El e-CNY funciona como dinero estatal programable, centralizado, vigilado y diseñado para fortalecer, en lugar de desafiar, el control monetario de Beijing.
No comparte ningún ADN filosófico con Bitcoin o las finanzas descentralizadas. Sin embargo, su escala y extensión transfronteriza hacia Hong Kong contribuyen a la percepción de que “China” opera en la frontera de los activos digitales.
Los comentarios de Trump combinan este dinero digital emitido por el estado con criptomonedas sin permiso, pero la confusión sigue una realidad genuina. China posee la CBDC minorista más avanzada en producción, lo que le otorga credibilidad a la hora de reclamar liderazgo en finanzas digitales, incluso cuando prohíbe las alternativas descentralizadas.
Los reguladores chinos están estudiando las monedas estables extraterritoriales respaldadas por yuanes emitidas a través de Hong Kong, con el objetivo de capturar los flujos de liquidación transfronteriza actualmente dominados por tokens vinculados al dólar, según informes del año pasado.
La propuesta permitiría a Beijing mantener controles de capital en el continente y al mismo tiempo ofrecer a los exportadores una herramienta de liquidación digital compatible en el extranjero.
Adopción y hashrate de monedas estables en el mercado gris
Las brechas en la aplicación de la ley y los incentivos económicos crearon un sistema paralelo. Los exportadores chinos aceptan cada vez más USDT para pagos transfronterizos, evitando así el lento proceso de transferencias bancarias y controles de capital.
La adopción no está coordinada centralmente, pero está lo suficientemente extendida como para que Beijing no pueda ignorarla.
Los flujos de monedas estables también aumentaron en los canales comerciales entre Rusia y China a medida que las sanciones occidentales complicaron las barreras bancarias tradicionales, convirtiendo a los dólares digitales en una capa de liquidación para transacciones que el sistema financiero formal tiene dificultades para procesar.
Esta actividad extrabursátil explica por qué la afirmación “China es un gran aficionado a las criptomonedas” parece cierta para los comerciantes y las empresas, incluso cuando el comercio minorista en el continente sigue prohibido.
La distinción entre especulación prohibida y uso comercial tolerado crea espacio para que las monedas estables funcionen como infraestructura en lugar de activos de inversión.
Beijing no ha legalizado esta actividad, pero tampoco la ha erradicado, creando una ambigüedad calculada que permite que continúe el comercio transfronterizo. Al mismo tiempo, el Estado estudia cómo canalizar esos flujos en instrumentos manejables.
Además, el hashrate de China no cayó a cero después de la represión minera de 2021. El mapa minero de Cambridge indica una actividad en curso, probablemente derivada de operaciones que se trasladaron a provincias remotas o transfirieron hardware al extranjero manteniendo la propiedad china.
Más importante aún, las empresas chinas continúan fabricando los equipos que aseguran las redes globales de criptomonedas.
Bitmain, el productor dominante de ASIC, opera desde Beijing y continúa expandiendo su capacidad de fabricación en el sudeste asiático y América del Norte.
Incluso si no se produjera ninguna minería de Bitcoin en China, el país permanecería profundamente integrado en la infraestructura criptográfica a través de sus cadenas de suministro de hardware.
Trump dice que “China es muy interesada en las criptomonedas”: lo que probablemente signifique
La declaración de Trump (probablemente) no refleja un cambio de política en el continente ni información de inteligencia no revelada. Refleja una realidad estratégica más compleja de lo que permiten las narrativas binarias.
La observación de que “China es muy interesada en las criptomonedas” colapsa varios fenómenos distintos. El mercado autorizado de Hong Kong ahora está vinculado a la liquidez global, ya que el programa CBDC de Beijing de más de 7 billones de yenes se extiende a Hong Kong.
Los exportadores están liquidando el comercio en USDT a pesar de los controles de capital, y los fabricantes chinos de hardware están suministrando infraestructura minera global.
El anuncio de liquidez de Hong Kong es importante porque amplía el canal a través del cual el capital chino puede acceder legalmente a los criptomercados.
Las plataformas autorizadas que se conectan a los libros de pedidos de Binance o Kraken brindan a los inversores continentales vías extraterritoriales que parecen menos una evasión y más un arbitraje regulatorio.
La percepción de que “China” compite en criptografía se intensifica no porque Beijing haya levantado su prohibición sino porque Hong Kong construyó una alternativa compatible que logra un acceso similar al mercado a través de una arquitectura legal diferente.
Trump hizo campaña para convertir a Estados Unidos en la capital criptográfica, enmarcando el tema como una competencia binaria por la primacía.
Sus comentarios tratan a China como un actor unitario, cuando en realidad el país involucra divisiones jurisdiccionales, iniciativas estatales versus privadas y prohibiciones minoristas que coexisten con el acceso institucional.
Sin embargo, la principal preocupación persiste: China mantiene múltiples posiciones en criptomonedas a pesar de su prohibición interna.
El panorama competitivo que describe Trump existe, pero no adopta la forma que la mayoría supone.
La prohibición en el continente permanece intacta. La amenaza se origina en la alternativa autorizada de Hong Kong, la infraestructura CBDC de Beijing y los exportadores que utilizan monedas estables, en lugar de una repentina adopción china de las finanzas descentralizadas.
Lo que Trump llamó “entrar en esto a lo grande” es menos un cambio de política que un reconocimiento de que China encontró formas de participar en los criptomercados sin legalizar la actividad que más temen sus reguladores, que es la especulación minorista descontrolada con activos sin permiso.
