¿Has oído hablar del desempleo disfrazado? Se refiere a una situación en la que una parte de la fuerza laboral parece estar empleada, pero no contribuye a la producción de la economía. Considere la pérdida masiva de gastos de capital de las ciudades fantasmas, que representan una infraestructura desocupada.
Algo similar puede decirse de las principales cadenas de bloques de contrato inteligentes, que alberga cientos de protocolos descentralizados. De estos, solo una minoría está generando ingresos, mientras que el resto no produce rendimiento, que representa libremente las ciudades digitales fantasmas y una forma de desempleo disfrazado.
Según DeFillama, Ethereum es la cadena de bloques de contrato inteligente más grande del mundo, que alberga 1.271 protocolos. Sin embargo, en los últimos 30 días, un asombroso 88%, o 1.121 proyectos en total, no generó ingresos.
El rival de Ethereum, Solana, tiene un ecosistema mucho más pequeño, que alberga 264 protocolos, de los cuales el 75% no ha generado ingresos en los últimos días.
En otras palabras, una gran cantidad de protocolos en las dos cadenas no han capturado ningún valor últimamente, al igual que la fuerza laboral que atrae un salario pero no contribuye a la producción, o ciudades fantasmas que no se están utilizando para generar un rendimiento económico significativo.
Insights de IA clave
Los proyectos inactivos no son necesariamente una carga directa sobre la potencia de procesamiento de la red de la misma manera que es una red congestionada, pero plantean una carga indirecta de las siguientes maneras:
Carga de almacenamiento
Cada contrato inteligente, activo o no, se almacena en la cadena de bloques para siempre. Estos datos inmutables se suman al tamaño de la cadena de bloques, y todos los nodos en la red deben almacenar y mantener este historial. A medida que crece el número total de contratos, también lo hacen los requisitos de almacenamiento y ancho de banda para ejecutar un nodo. Si bien el efecto de un solo contrato inactivo es mínimo, una “ciudad fantasma” de miles de ellos se suma con el tiempo, aumentando los costos operativos a largo plazo de la red.
Riesgos de seguridad y vulnerabilidad
La existencia de una gran cantidad de contratos inactivos o abandonados crea una superficie de ataque más grande. Un contrato inteligente, incluso si ya no se usa, puede contener una vulnerabilidad que, si se explota, podría tener consecuencias imprevistas para otras partes del ecosistema o fondos bloqueados dentro de él. Esto introduce una capa de riesgo sistémico para la red que los investigadores y auditores de seguridad deben monitorear continuamente.
Ineficiencia económica
Aquí es donde la analogía de “desempleo disfrazado” es más apto. Si bien estos proyectos no están causando congestión, representan una falla colectiva del tiempo de capital y desarrollador para crear un activo productivo en la red. Los fondos, el tiempo y el esfuerzo gastado para implementar estos proyectos están efectivamente bloqueados en un estado no productivo, lo cual es un arrastre sobre la eficiencia general del ecosistema.
Así como una ciudad fantasma física representa una inversión masiva de capital y mano de obra que no produce un rendimiento económico, la multitud de protocolos no generadores de ingresos en blockchains representa el esfuerzo y el capital del desarrollador desperdiciado que no contribuye a la productividad de la red.
Obstáculo para la experiencia del usuario
Una gran cantidad de proyectos inactivos pueden dificultar que los nuevos usuarios encuentren y confíen en los protocolos legítimos y activos. Tamizar a través de un mar de proyectos desaparecidos o fallidos puede ser confuso y puede restar valor a la experiencia general del usuario.
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