Lawrence Lepard, socio director de Equity Management Associates, compartió sus puntos de vista sobre el futuro del oro y Bitcoin en medio de una posible agitación económica. En una conversación reciente con Stephan Livera, Lepard especuló que nos acercamos a un momento crucial que él denomina la “próxima gran letra”, que podría desencadenar importantes movimientos de precios en ambos activos.
Él espera que dentro de los próximos seis a 18 meses, el sistema financiero pueda enfrentar una crisis (ya sea del mercado de bonos, el mercado de valores u otra fuente) que obligue a los gobiernos a inyectar liquidez en la economía. Lepard cree que cuando esto ocurra, Bitcoin podría dispararse a entre 300.000 y 350.000 dólares, superando sus máximos anteriores, mientras que el oro podría subir a entre 4.000 y 5.000 dólares.
Sin embargo, Lepard advierte sobre la posibilidad de una deflación grave, que podría conducir a una crisis de liquidez a pesar de los esfuerzos del gobierno por estabilizar la economía. En tal escenario, predice que Bitcoin podría retroceder a alrededor de $85,000 a $100,000, mientras que el oro también podría enfrentar una corrección significativa.
De cara al futuro, Lepard prevé una segunda ola de intervención monetaria que podría tener resultados aún más drásticos. Sugiere que en el peor de los casos, a medida que las condiciones económicas empeoren, los gobiernos podrían recurrir a medidas de Renta Básica Universal (RBU) para apoyar a las familias en dificultades. Prevé que Bitcoin podría alcanzar el millón de dólares y que el oro subirá a entre 20.000 y 40.000 dólares durante este período de mayor angustia económica.
El análisis de Lepard está influenciado por el concepto de “cuarto giro”, que postula que los ciclos sociales y económicos tienden a repetirse cada 80 a 100 años. Él cree que actualmente nos encontramos en un giro de ese tipo, que puede resultar en un reinicio importante del sistema financiero alrededor de 2027 a 2031.
A pesar del sombrío panorama, Lepard sigue siendo optimista sobre el futuro y sostiene que los avances en tecnología, como la inteligencia artificial y la energía nuclear, podrían conducir a mejoras en los niveles de vida. Afirma que un sistema financiero más descentralizado podría aliviar los conflictos sociales y prevenir conflictos alimentados por el control gubernamental centralizado.