La buena noticia es que no es demasiado tarde. Necesitamos mirar más allá del atractivo de la financiarización y recordar que las cadenas de bloques, como cronometradores universales, pueden hacer mucho más. Las posibilidades son casi ilimitadas. Podemos permitir que extraños en diferentes continentes compartan información e ideas de forma segura, transparente, sin confianza. Podemos usar nuestras aplicaciones favoritas que se han vuelto esenciales para nuestras vidas, pero sin la ansiedad de que nos rastreen y escuchen. Podemos chatear con desconocidos en Internet y disfrutar de las noticias online con la plena seguridad de que estamos interactuando con humanos y no con robots. Podemos repensar el dinero, las cadenas de suministro, las subastas, el transporte, las votaciones corporativas y casi todo lo demás. Podemos asegurarnos de que se cumplan las promesas. Podemos hacer que las cadenas de bloques sean realmente indispensables para personas de todo el mundo.
Hemos estado pensando mal en las cadenas de bloques. Se trata de tiempo, no de dinero
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