
En el lapso de una semana frenética, Francia reveló vías políticas aparentemente opuestas.
El 31 de octubre, la Asamblea Nacional francesa adoptó una enmienda en primera lectura que cambia el nombre del impuesto sobre el patrimonio exclusivo de bienes raíces del país a un “impuesto sobre la riqueza improductiva” más amplio que ahora cubre explícitamente los activos digitales.
Al mismo tiempo, la derechista Union des droites pour la République (UDR) presentó un proyecto de ley para establecer una reserva nacional de bitcoins de aproximadamente 420.000 BTC, con el objetivo de mantener el 2% del suministro total de Bitcoin durante los próximos siete a ocho años.
Una medida trata las tenencias de criptomonedas como lastre inactivo que debe pagar impuestos; el otro los eleva a la categoría de activos de reserva nacional. En conjunto, capturan la postura conflictiva pero trascendental de Francia hacia las criptomonedas, atrapada entre la cautela fiscal y la ambición monetaria.
El nuevo impuesto a la riqueza: las criptomonedas como capital “improductivo”
Según la enmienda redactada por el diputado del MoDem Jean-Paul Mattei y revisada por el diputado socialista Philippe Brun, se aplicaría un impuesto fijo del 1% a la riqueza neta imponible que supere los 2 millones de euros. Fundamentalmente, la base imponible ahora se amplía para incluir activos tradicionalmente exentos, como automóviles de colección, obras de arte, embarcaciones de lujo y “activos numéricos” (activos digitales), incluidas las criptomonedas.
La nota explicativa especifica que los “bienes muebles tangibles… activos digitales… pólizas de seguro de vida para fondos no asignados a inversiones productivas” anteriormente excluidos ahora están cubiertos en la categoría “improductivos”.
Por lo tanto, un residente francés con una importante cartera de criptomonedas podría enfrentarse a un impuesto anual, incluso si no vende. Los críticos argumentan que esto equivale a gravar las ganancias latentes en lugar de los ingresos realizados y corre el riesgo de penalizar la inversión en finanzas digitales. La medida ha provocado una fuerte reacción en toda la industria criptográfica de Francia, y los ejecutivos advierten que impulsará las mesas de operaciones y las ramas de gestión de activos hacia jurisdicciones más indulgentes.
La reserva de bitcoin: el apilamiento de estados se encuentra con la soberanía
Paralelamente, la UDR, dirigida por Éric Ciotti, ha presentado una “proposición de ley” que establece un organismo público encargado de crear una reserva nacional de Bitcoin de 420.000 BTC.
Los informes describen un plan que involucra la minería financiada por el estado, la adquisición de monedas incautadas y una opción para pagar impuestos en criptomonedas. El proyecto de ley presenta a Bitcoin como un activo estratégico que vincula la energía, la independencia monetaria y la infraestructura digital. Sus autores invocan el lenguaje de la soberanía, retratando a Bitcoin como “oro digital” que puede fortalecer las reservas nacionales en una era de desdolarización.
Aunque la propuesta enfrenta muchas dificultades en un parlamento fragmentado, refleja una tendencia creciente dentro de los partidos de derecha de Europa que ven al bitcoin no como una especulación sino como una forma de arte de gobernar.
Lo que se discute menos es hasta qué punto llega el texto al esbozar la mecánica de la acumulación. El proyecto de ley ordena a la entidad pública recién creada, Réserve stratégique de bitcoins, adquirir el 2% del suministro total de Bitcoin (aproximadamente 420.000 BTC) en un plazo de siete a ocho años, y hacerlo sin incurrir en ningún coste directo para el presupuesto estatal.
Enumera posibles canales de financiación, como la minería con excedentes de electricidad de propiedad estatal, la transferencia de criptomonedas confiscadas de procedimientos judiciales e incluso la reasignación de depósitos públicos inactivos como los del plan de ahorro Livret A.
La propuesta también autorizaría a los ciudadanos franceses a pagar ciertos impuestos en Bitcoin e introduciría una exención de 200 euros por día para los pagos con monedas estables en euros, incorporando el uso de criptomonedas tanto a nivel de tesorería como minorista. Estos detalles indican que la ambición del proyecto de ley va mucho más allá del simbolismo, ya que prevé que Bitcoin se integre en la arquitectura fiscal y monetaria de Francia, desde la monetización de la energía hasta los pagos cotidianos.
A primera vista, las dos iniciativas parecen estar en conflicto: una penaliza la acumulación privada de criptomonedas y la otra fomenta el acaparamiento público. Legalmente, sin embargo, pueden coexistir.
La enmienda del impuesto sobre el patrimonio se centra en los balances individuales, mientras que el proyecto de ley de reservas se refiere a los estatales. Las participaciones públicas probablemente estarían exentas del régimen fiscal, dejando a los propietarios privados a cargo de las obligaciones anuales de valoración y presentación de informes. En la práctica, la tensión surgiría a través de efectos de mercado.
Gravar las tenencias de criptomonedas aumenta el costo de la acumulación privada y podría reducir la oferta interna, lo que a su vez eleva los costos de adquisición de la reserva. Por el contrario, una acumulación estatal agresiva restringiría la liquidez e inflaría la base imponible de los inversores privados, lo que obligaría al gobierno a sortear el círculo de retroalimentación que creó.
Entre la paradoja política y el precedente
El enfoque de Francia la sitúa en la encrucijada de dos modelos globales. Los impuestos a las criptomonedas basados en la riqueza ya existen en Suiza, España y Noruega, donde los activos digitales se declaran y valoran anualmente. Esos sistemas gravan el stock de riqueza, no las ganancias obtenidas, y el nuevo marco de Francia sigue ese linaje.
En contraste, la idea de una reserva soberana de Bitcoin sitúa a París junto a experimentos como el de El Salvador, aunque filtrada a través de una lente europea de gestión institucional en lugar de un decreto presidencial.
La reacción de la industria en Francia ha sido rápida y poco halagadora. Las empresas emergentes y las bolsas advierten que la enmienda trata a las criptomonedas como riqueza decorativa en lugar de capital de trabajo, equiparándolas con yates y relojes. Las obligaciones anuales de ajuste a precios de mercado, afirman, crean tensiones de liquidez e incertidumbre en las valoraciones.
Cuando se trata de los responsables de la formulación de políticas, el contraargumento se basa en precedentes: los impuestos sobre el patrimonio se han centrado durante mucho tiempo en el capital improductivo, y la legislación tributaria moderna ya aplica la contabilidad de ajuste a precios de mercado a algunos instrumentos financieros.
La reacción de la industria en Francia ha sido rápida y poco halagadora. Las empresas emergentes y las bolsas advierten que la enmienda trata a las criptomonedas como riqueza decorativa en lugar de capital de trabajo, equiparándolas con yates y relojes. Las obligaciones anuales de ajuste a precios de mercado, afirman, crean tensiones de liquidez e incertidumbre en las valoraciones.
Políticamente, el contraste es igual de marcado. La enmienda del impuesto sobre el patrimonio avanzó con una inusual coalición de centristas, socialistas y diputados de extrema derecha. Al mismo tiempo, el proyecto de ley de reservas de la UDR proviene de un pequeño bloque conservador con poca influencia parlamentaria.
Si tan solo se aprobara el impuesto, Francia reforzaría su control sobre las propiedades privadas y al mismo tiempo dejaría de lado el sueño de las reservas. Si ambos avanzan, el resultado sería paradójico: las criptomonedas privadas se tratan como un lujo sujeto a impuestos y el Bitcoin en manos del Estado se eleva a la categoría de riqueza soberana. Cada uno podría funcionar de forma independiente, pero juntos cambiarían la forma en que Francia valora y controla los activos digitales.
Por ahora, ambas propuestas siguen en proceso de cambio. El texto del impuesto sobre el patrimonio se dirige al Senado, donde los legisladores pueden perfeccionar la definición de “actifs numériques” o introducir excepciones para uso productivo. El proyecto de ley de reserva de Bitcoin espera la remisión y el debate del comité.
Cualquiera que sea su destino legislativo, ya han marcado la pauta para el próximo capítulo de Francia en las finanzas digitales: una nación dispuesta a gravar las criptomonedas como arte mientras contempla acumularlas como oro.
